Dolor articular y cambios en el clima: ¿Mito o realidad?


Las enfermedades articulares como la Artrosis (también llamada osteoartritis o Enfermedad Degenerativa Articular) y la Artritis Reumatoidea, suelen producir varios síntomas clásicos como lo son el dolor, la rigidez y la limitación para la movilización, sin embargo, y saliendo de lo común, suele ser frecuente la aparición de un síntoma curioso como lo es la agravación de las molestias con el clima húmedo, al punto de que muchos pacientes hacen alarde de tener la capacidad de predecir cuándo va a llover.

Por muy curioso que esto suene, he podido constatarlo a lo largo de varios años de práctica clínica, aunque algunas publicaciones y revistas especializadas afirmen que no hay relación entre el clima y la aparición y/o agravación de los síntomas en los pacientes reumáticos. Algo que llama la atención es que la relación se da con la humedad y no necesariamente con la temperatura ambiental, es así como pacientes reumáticos que viajan a países con climas fríos, o en épocas de invierno, pueden tener estadías placenteras manteniéndose prácticamente asintomáticos hasta que regresan a nuestras latitudes, momento en el que no solo aparecen las molestias sino además lo hacen con una intensidad tal que el paciente cae en una crisis que puede durar varios días.

Hay una explicación con una base anatómica y fisiológica que sustenta la relación entre esta fluctuación de los síntomas y los cambios meteorológicos. En nuestro cuerpo tenemos muchas estructuras que funcionan como receptores, ellas están ubicadas en nuestra piel, en las articulaciones y también en algunas arterias, la función de estas estructuras es captar los estímulos que se reciben del medio ambiente como el frio, calor, roce y transformarlos en señales que luego son enviadas al cerebro con el fin de que este las procese y se tomen las medidas adaptativas que sean necesarias. 

Un tipo especial de receptores son los Barorreceptores articulares cuya función es identificar los cambios en la presión atmosférica, parámetro físico que suele disminuir al empeorar el clima (lo que suele acompañarse además por mayor humedad), esta disminución de la presión del ambiente hace que los líquidos dentro de la articulación - conocidos como líquido sinovial, que además en el caso de personas con enfermedades reumáticas tienen unas características distintas al de sujetos sanos -  se expandan generando inflamación, en ocasiones también puede haber pequeñas salidas de liquido de los vasos sanguíneos produciendo la hinchazón conocida como edema. 

De alguna manera las personas que experimentan este fenómeno reciben un aviso o alerta de que las condiciones ambientales van a empeorar por lo que sus articulaciones dolorosas y rígidas ven restringido su movimiento obligándolo a permanecer inactivo, esto hoy en día es limitante, sin embargo en épocas antiguas pudo haber protegido a nuestra especie de sufrir accidentes o traumatismos serios al obligarlo a resguardarse y evitar salir a un medio ambiente hostil y lleno de riesgos como lo es una tormenta.

Partiendo del hecho de que la inflamación propia de la articulación de la persona afectada por enfermedades como la Artrosis y Artritis Reumatoide es más sensible a estos cambios, es importante adoptar una serie de medidas para evitar esta molesta agravación relacionada con factores ambientales, a tal fin es necesario mantener un nivel mínimo de inflamación articular y fortalecer la articulación con fisioterapia.  

Cuando el líquido sinovial presenta un gran componente inflamatorio su sustitución por Acido Hialurónico permite un alivio importante del dolor, esta terapia conocida como Viscosuplementación suele practicarse de forma rápida y ambulatoria en articulaciones de gran tamaño como lo son hombros, codos, caderas y rodillas.  Medidas como hacer ejercicios programados e indicados por un fisioterapeuta según la resistencia y amplitud de la movilidad articular de cada paciente, así como darse una ducha caliente y abrigarse bien suelen ser útiles en muchos pacientes.

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